domingo, 7 de octubre de 2007

Redes P2P: La Exaltación de un nuevo tejido Cultural. ( Fuente--->> http://tibetano.webcindario.com/copyleft.htm )

En la supervivencia del bazar de cultura distribuida que son las redes de intercambio de archivos (redes Peer-to-Peer) nuestra sociedad se juega mucho más de lo que podamos imaginar a primera vista, y mucho más de lo que la mayor parte de los medios son capaces de entrever o están dispuestos a comentar. El asunto se reduce normalmente a una cuestión de pérdidas económicas para la industria cultural en las portadas de los diarios o en los titulares de la televisión, pero el fenómeno de las redes P2P debe entenderse como la lucha por dos concepciones 'extremas' de nuestra cultura.

Dos concepciones defendidas, de un lado, por una industria que se encamina al oligopolio global, y del otro, por una legión informal de grupos y usuarios que conviven en la Red. La primera entiende la cultura como un producto empresarial que se puede apropiar y comercializar hasta extraer de él todo su valor económico, aunque eso implique sacrificar el bien de la sociedad. El bien que supone acceder y utilizar la cultura de forma justa, de compartirla dentro de unos límites, etc. La maximización del beneficio particular -de la empresa- es el fin único que olvida el interés de la sociedad. La otra concepción 'extrema' sostenida por hackers, algunas gentes provenientes del software libre, etc, persigue la libre distribución de los contenidos, identificando en ocasiones erróneamente libre con gratis, y la supresión del copyright y los derechos de autor. La maximización del bien social es el fin que sustenta esta postura que olvida completamente el interés de los creadores. Quizá exista un camino intermedio.

Lo importante es reconocer que la batalla por las redes P2P es sólo una de las muchas que se libran en nuestra sociedad por el derecho a un acceso justo al conocimiento. El resultado de esta lucha alcanzará nuestros ámbitos más íntimos porque determinará qué podemos hacer con la cultura en el ámbito privado de nuestro hogar, en qué medida la cultura cristalizada en objetos como un libro, una obra musical o una película puede ser usada, compartida con aquellos que nos rodean....

La nueva infraestructura de los 'peers' simboliza la lucha por construir un nuevo tejido cultural que restituya a los usuarios al lugar que les corresponde: el centro de la cultura.

Quien crea que la cultura está hecha únicamente lo que las editoriales editan, las discográficas venden y las productoras de cine producen está equivocado. Nosotros, quienes leemos lo que se edita, quienes escuchamos lo que venden y vemos lo que proyectan somos la piedra angular de la cultura. Nosotros somos la cultura hoy más que nunca.

La cultura es proceso que se construye sobre un tapiz hecho de tecnologías, leyes e intereses económicos de empresas culturales. Han sido estas últimas, las empresas de producción cultural, las que han urdido este tejido durante los últimos cinco siglos. Nosotros no hemos tenido ninguna posibilidad para intervenir. Se nos ha excluido de participar en el diseño de la tecnología, no se nos ha escuchado cuando se han redactado las leyes y no hemos participado en la creación ni la distribución de la cultura, papel reservado a unos cuantos 'ungidos' con el don de la creatividad.

Durante los últimos cinco siglos hemos estado aletargados en el extremo de la cadena de información, limitados al papel de consumidores pasivos. Las elecciones al alcance de nuestros padres, de los padres de nuestros padres y al alcance de sus padres... se reducían a sintonizar una emisora, seleccionar un canal o elegir un título.

Internet cambió todo esto. Y las redes Peer to Peer de intercambio de ficheros inspiradas en Napster son la magnificación de la nueva era.

La infraestructura de comunicación constituida por millones de 'peers' conectados simultáneamente mientras comparten sus bibliotecas digitales compite directamente con los productores oficiales de la cultura y retan a nuestra sociedad a repensar el tejido material de nuestra cultura y el papel que queremos reservarnos a nosotros, quienes leemos y estamos de este lado de la pantalla.

¿Seguiremos siendo consumidores pasivos o vamos a convertirnos en usuarios activos de la cultura? ¿Vamos a sumergirnos en el flujo de información y participar en él?

La reflexión que se hace sobre las redes P2P olvida a menudo un aspecto esencial: han sido los mismos usuarios quienes han roto con la tiranía de la infraestructura. No se trata sólo de la posibilidad que las redes P2P, y en general Internet, ofrecen para una nueva forma de difusión del conocimiento, sino que los usuarios pueden participar en el diseño mismo de esa nueva infraestructura.

El desarrollo de la música digital en Internet ha sido una revolución encabezada por miles de usuarios y programadores repartidos por todo el mundo. Fueron los usuarios de la Red quienes decidieron utilizar un formato, el Movie Pictures Expert Group-Audio Layer 3 (MP3), diseñado originalmente para la televisión digital como un formato para compresión de música. Los usuarios y la legión de programadores y hackers que pueblan la red fueron quienes desarrollaron los reproductores para poder escuchar la música en ese formato de audio, los rippers que permiten extraer la música desde los CD comerciales al ordenador y convertirla al MP3, los programas de grabación... y muchos de ellos fueron ofrecidos gratuitamente en la Red.

Nunca antes los usuarios habían tenido oportunidad de participar en el diseño de la infraestructura de comunicación de nuestras sociedades. Las redes P2P son la exaltación de un nuevo tejido cultural urdido por los mismos usuarios. Pero las redes P2P no son un caldo de cultivo en que se genere la cultura, sino un canal el sustrato material que permite acceder a ella. Los contenidos que corren por las venas de las redes P2P proceden de la misma industria a la que las redes desafían.

El fenómeno de los 'peers' clama a gritos que repensemos la organización de nuestra cultura. Es imprescindible que los usuarios podamos participar en el flujo y la creación de la cultura, y que podamos intervenir en la configuración del tejido material que sustenta nuestra cultura. La Red nos ha ofrecido esa posibilidad, pero los vientos que soplan -nuevas leyes de propiedad intelectual, uso de sistemas anticopia, DRM, etc.- amenazan con recluirnos de nuevo en el papel pasivo del consumidor de una cultura clausurada y en manos de unos pocos.

"El futuro siempre se construye sobre el pasado", dice Lawrence Lessig, si dejamos que el pasado y nuestro presente sea clausurado entonces nuestro futuro ya no nos pertenecerá.
Esta sección la he creado para informar realidades que se están gestando gracias a la capacidad de participación de aquellas minorías, -yo diría Aquellas Grandes Minorías- que aceptaron el reto, y de alguna manera siguen un Impulso Creador.
Reflexionen sobre esto...